Si fumar era ya desde hace unas décadas una de las principales bestias negras de la salud y la longevidad en el mundo occidental, en los últimos años empieza a perfilarse otra igual de siniestra: la obesidad. El tabaquismo acorta la vida de una forma importante (en términos de población, se entiende), si es que consideramos importante una reducción de la esperanza de vida de unos 8 o 10 años. Las estadísticas cantan que hay una pandemia de sobrepeso y obesidad, especialmente entre las nuevas generaciones, que se va a cobrar muchos años de calidad de vida y de vida misma. Pero, ¡quién nos iba a decir que la obesidad puede llegar a ser tan perniciosa como el tabaco!
Según un análisis publicado on line en “The Lancet” el pasado 18 de marzo, por encima de un índice de masa corporal de 25 empiezan los problemas: el sobrepeso (IMC entre 25 y 30) aumenta un 30% la mortalidad, principalmente por causas cardiovasculares; la obesidad moderada (IMC entre 30 y 35) reduce entre 2 y 4 años la supervivencia media; y la obesidad grave (IMC entre 40 y 45) la reduce entre 8 y 10 años.
Unos días antes, había aparecido otro trabajo que, analizando el efecto del sobrepeso y el tabaquismo en 45.000 adolescente durante casi cuatro décadas, concluía que el riesgo para la salud de la adiposidad es similar al del tabaquismo: el riesgo del sobrepeso en la adolescencia es comparable al de fumar entre 1 y 10 cigarrillos diarios, mientras que el de la obesidad se asemeja al de fumar más de 10 cigarrillos.
Gonzalo Casino (Escepticemia, revista Jano)
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