La obesidad es uno de los problemas de salud pública más preocupantes en este momento, debido a su alta prevalencia y a su evolución ascendente, que toma proporciones epidémicas. En este sentido, conviene tener en cuenta que España es uno de los que presenta prevalencias más elevadas de obesidad de Europa. En la población infantil y juvenil española (2-24 años), la prevalencia de obesidad se estima en un 13,9%.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los niños españoles de 6-9 años son los que presentan las mayores tasas de sobrepeso u obesidad (35,2%). De 1985 a 2002, en varias regiones de España, se duplicó el número de adolescentes con sobrepeso.
La prevalencia de obesidad en la población adulta de 25-64 años se estima en un 15,5%, y la de sobrepeso, en un 39,2%. En conjunto, el exceso ponderal (sobrepeso y obesidad) se estima que afecta al 54,7% de la población entre 25 y 64 años. Asimismo, se ha producido un incremento del 34,5% en la prevalencia de obesidad desde 1992 a 2006 (es decir, en tan sólo 14 años).
Aspectos negativos de la obesidad
La obesidad causa perjuicios claros en la salud, reduce la calidad de vida y disminuye la funcionalidad de las personas que la presentan. Pero además, tal como advierte la OMS, está relacionada con algunas de las causas de muerte más importantes. Está ligada al 60% de las defunciones debidas a enfermedades no contagiosas (enfermedades cardiovasculares, cáncer o diabetes) y esta cifra aumentará hasta el 73% en el 2020. Actualmente, según la OMS, la obesidad es la causa de más de un millón de muertes al año. Por tanto, no es de extrañar que se haya convertido en la segunda causa de mortalidad prematura y evitable, después del tabaco.
Las reducciones en la calidad y en la esperanza de vida no son patentes en todos los casos y no se producen de forma inmediata, como es obvio, pero la obesidad conduce a perjuicios de salud, aunque éstos no se observen en el momento presente. Para entender esto, conviene tener en cuenta que el incremento en el tamaño de las células grasas supone que éstas comiencen a producir sustancias peligrosas, como el factor de necrosis tumoral, a valores por encima de lo normal. Estas sustancias causan en algunas personas resistencia a la insulina y diabetes, pero en otras, con suficiente capacidad adaptativa, no parece haber deterioro aparente en las funciones corporales. Por tanto, sucede como en el caso de la hipertensión o de la glucemia elevada: muchas personas que las presentan no demuestran problemas obvios de salud, pero su salud acaba deteriorándose con el tiempo.
Estudio y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas (GREP-AEDN). Barcelona.
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